Hoy me han dado la noticia, el mes que viene me toca irme dos días a Valencia a unas jornadas de Coaching…. Suena muy profesional, pero si nos vieran desde fuera, o nos grabáramos en video…, más bien pareceríamos unos maduritos treintañeros recordando tiempos de infancia haciendo ginkanas.
Va a ser mi tercer coaching y, aunque la reacción más común entre los asistentes es: “joder!!!, otros dos días a perder el tiempo…, y son dos días menos al mes para poder cumplir los objetivos de ventas!!”.
Pero cumpliendo con mi característica de bicho raro, a mí estas jornadas me gustan, no sólo porque te permiten desconectar de la rutina, sino porque si reflexionas un poco sobre lo que haces, te puede servir de mucho, en el trabajo y en la vida en general.
Siempre he sentido curiosidad por cómo reaccionamos cuando nos involucramos en una actividad en grupo: habrá algún componente que se destape como un líder?, tiraremos cada uno por nuestro lado o conseguiremos coordinarnos?, si llegamos a cumplir nuestros objetivos, habrá sido por el trabajo de todo el grupo o por la iniciativa de unos cuantos?.... Todas estas y muchas más preguntas son las que al final hacen que jornadas de este tipo sirvan para algo.
La última que hice, a parte de lo constructiva que pudo ser, fue una distracción para el resto de clientes del complejo hotelero. Os imagináis una pareja de ancianos extranjeros que planea unos días de asueto en un complejo de lujo, para jugar al golf y tomar unas sesiones de spa, y con lo primero que se encuentran es a un grupo de desalmados, con camisetas pintadas a rotulador y que van en parejas andando por el hotel, uno con las manos atadas y el otro con un antifaz en la cara pegándose leches con cada columna que se encuentra?
O a un grupo de maduritos haciendo carreras de sacos?, o a otro grupo de maduritos buscando el mapa del tesoro que anda escondido por el hotel?
No me diréis que por lo menos para desconectar y echar unas risas no sirve?.
Pues eso, que ya empiezo la mentalización para la próxima jornada de coaching… Prometo hacer un buen reportaje fotográfico.
Os dejo alguna muestra del último del año pasado.
Salud.
Va a ser mi tercer coaching y, aunque la reacción más común entre los asistentes es: “joder!!!, otros dos días a perder el tiempo…, y son dos días menos al mes para poder cumplir los objetivos de ventas!!”.
Pero cumpliendo con mi característica de bicho raro, a mí estas jornadas me gustan, no sólo porque te permiten desconectar de la rutina, sino porque si reflexionas un poco sobre lo que haces, te puede servir de mucho, en el trabajo y en la vida en general.
Siempre he sentido curiosidad por cómo reaccionamos cuando nos involucramos en una actividad en grupo: habrá algún componente que se destape como un líder?, tiraremos cada uno por nuestro lado o conseguiremos coordinarnos?, si llegamos a cumplir nuestros objetivos, habrá sido por el trabajo de todo el grupo o por la iniciativa de unos cuantos?.... Todas estas y muchas más preguntas son las que al final hacen que jornadas de este tipo sirvan para algo.
La última que hice, a parte de lo constructiva que pudo ser, fue una distracción para el resto de clientes del complejo hotelero. Os imagináis una pareja de ancianos extranjeros que planea unos días de asueto en un complejo de lujo, para jugar al golf y tomar unas sesiones de spa, y con lo primero que se encuentran es a un grupo de desalmados, con camisetas pintadas a rotulador y que van en parejas andando por el hotel, uno con las manos atadas y el otro con un antifaz en la cara pegándose leches con cada columna que se encuentra?
O a un grupo de maduritos haciendo carreras de sacos?, o a otro grupo de maduritos buscando el mapa del tesoro que anda escondido por el hotel?
No me diréis que por lo menos para desconectar y echar unas risas no sirve?.
Pues eso, que ya empiezo la mentalización para la próxima jornada de coaching… Prometo hacer un buen reportaje fotográfico.
Os dejo alguna muestra del último del año pasado.
Salud.
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