martes, 17 de febrero de 2009

Scriptoria... Una Fábrica de Cuentos y Sueños


Para leer textos magníficos, a veces basta con encender el ordenador y conectarse a la Red.
Quiero compartir con vosotros uno de los mejores blogs, por no decir el mejor, que he conocido.

Pertenece a un escritor gaditano y te puedes pasar horas leyendo y releyendo lo que escribe, y lo acompaña con imágenes muy bonitas.

Os pongo su link y uno de sus escritos. De verdad, os lo recomiendo de corazón.



AL FINAL DEL PASEO:

(Esto lo escribí uno de los días de verano en que estaba solo. Así que es para mí... y para mi abuelo)

Una mañana me desperté muy temprano. Eran las seis en punto. Intenté escribir algo para la novela pero no me salía nada. Así que hice algo por la casa para hacer tiempo y cuando el sol ya comenzaba a calentar me bajé al paseo marítimo. Siempre he caminado un tramo corto, de ida y de vuelta. Esa mañana apenas había nadie. El agua de la bahía era un espejo, ni pizca de viento. Las palmeras eran estatuas de sal. Así que ante aquel paisaje congelado me dije:

- Lo voy a romper. Voy a llegar hasta el final del paseo. Nunca lo hago.

Caminé unos cientos de metros curvos y llegué donde terminaban las losas de color canela y empezaban las marismas y las salinas... justo allí, donde duermen unas pocas embarcaciones muertas. Aquel borde donde acaba el paseo parece el final de un sueño.Había un hombre sentado.

- ¿Abuelo?.
- Hola.
- Pero... es imposible. ¡Si te moriste cuando yo tenía 16 años! - dije.- Bueno, hijo, pero... ¡déjame que disfrute de esto! ¿no?. Cuando me fui todavía estaban construyéndolo. Ha quedado muy bien, sí - y se levantó de un salto, puso los brazos en cruz y respiró hondo.
- ¡Acabas de dar un salto!.
- Claro.
- Pero... ¡con la de veces que abuela y yo tuvimos que levantarte del suelo porque te negabas a usar bastón! - y terminé diciendo por lo bajo -: La madre que lo parió.
- Esa fue tu bisabuela, una gran mujer que no llegaste a conocer... por ahí debe andar - dijo oteando el horizonte más cercano-. Oye, ¿qué edad tienes ahora?.
- Treinta y cuatro.
- ¡Coño! No lo aparentas. Pues tarda en llegar arriba ¿eh? Cuanto más tardes, mejor. Y nos echaremos unas partidas de dominó y jugaremos a la petanca.
- El otro día encontré tus fichas de dominó.
- ¿En serio?.
- Sí. Me acordé de cosas y las he escrito para ponerlas en Scriptoria.
- ¿Qué es Scriptoria? - preguntó.
- Scriptoria es... es... la verdad es que ya no sé qué es.
- Desde luego, antes con lo poco que teníamos éramos felices. Una vela, un fogón, un papel y una pluma, un libro, una lumbre a la que arrimarse cuando hacía frío... Ahora creo que todo va muy rápido. ¿Cuántos canales de televisión tenéis?.
- No veo la tele, abuelo.
- Antes sólo había dos. La primera cadena y la segunda. Y todos tan felices.
- ¿Cómo está la abuela? ¿La has visto?.
- Qué va. Todavía no la he encontrado, hijo.

Y cuando dijo eso la primera brisa matutina del día comenzó a soplar por entre las palmeras volviéndolas reales.

- Creo que es hora de que me vaya.
- ¡Espera! Quería decirte que no encuentro las cartas y los poemas que le escribiste a la abuela.
- Yo sé donde están, pero no te lo puedo decir. Ya sabes, no puedo interferir.
- ¿Volveré a verte?.
- Es posible, niño. Cuídate.

Y mientras me decía eso una lengua de agua, espuma y sal cobró vida por encima de las piedras de la playa y recogió a mi abuelo


2 comentarios:

  1. Muchas gracias, David. Leyendo tu blog me he dado cuenta de este homenaje, una verdadera sorpresa para mí. Me voy muy emocionado :)

    Gracias.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias a ti por crear ese blog tan bueno!!!
    Seguiré leyéndote....

    ResponderEliminar